La pérdida de orina se produce al realizar cualquier movimiento o actividad física. La risa, el estornudo, el deporte, la carga de objetos pesados o el mero hecho de ponerse en pie o agacharse puede provocar escapes de orina que van desde unas gotas hasta un chorro.
El esfuerzo físico, aunque sea leve, provoca un aumento de la presión en el abdomen y en la vejiga, pero no es transmitida a la uretra, lo que desencadena la incontinencia.
La pérdida de elasticidad y de tensión del suelo pélvico, provoca la caída de la vejiga y la uretra y sus mecanismos de continencia sólo son efectivos en reposo.
Ocurre muy frecuentemente tras la cirugía derivada del cáncer de próstata y de la hiperplasia benigna de próstata.
Este tipo de incontinencia no está asociada a la necesidad de orinar.